domingo, 2 de agosto de 2015

Una imagen vale más



UNA IMAGEN VALE MÁS
Para Antonio ‘Mira’ Sánchez Honrubia

Siempre he querido saber manejar bien una cámara de fotos y tocar el piano, pero como el segundo deseo carece de interés en esta ocasión, me centraré en el primero.

Por mi profesión y por las exigencias que suele tener un freelance de pueblo que debe valer, sí o sí, para un roto y un descosido, he tenido muchas cámaras entre las manos, algunas muy versátiles, con grandes recursos técnicos, que en modo automático son la leche. A pesar de ello y precisamente por ello, me defino sin rubor como una simple aspirante, un quiero y no puedo en modo auto.

            Seguramente cualquiera que me lea puede pensar que nunca es tarde, que con un poco de interés y de tiempo podría aprender las nociones básicas y entonces haría fotografías algo más decentes y disfrutaría en mis propias carnes de una pasión que hoy en día se conforma con la observancia… Pues os doy la razón a quienes así pensáis, por falta de lo primero y, en consecuencia también de lo segundo, aquí sigo, con una buena cámara entre las manos y muchos límites para conseguir un resultado más o menos decente.

            El caso es que soy una apasionada del fotoperiodismo, convencida de que, una vez más, algunas de esas máximas universales, de esas afirmaciones cliché tan recurrentes, tienen en el caso que nos ocupa bastante de verdad y ‘Una imagen vale más que mil palabras’, aunque me tire piedras sobre mi tejado, porque lo mío es contar las cosas, para ser más precisos, escribirlas. Pero es que no lo puedo evitar, cuando abro un periódico o una revista me dejo llevar por todo lo que cuentan las fotografías, que en el caso de los grandes profesionales del género, cuentan mucho más de lo que enseñan.

            Es cierto, en el fotoperiodismo tan importante como saber hacer la fotografía, es estar en el momento y en el lugar adecuado, pero no existe la casualidad, o para no ser tan categórica —que todo lo absoluto suele ser impreciso—, casi nunca existe la casualidad.  Hay que tener esa mirada, esa capacidad para ver lo que pasa y descubrir que vale la pena retener el fotograma.

            En un momento en el que los smartphones o los teléfonos móviles de última generación tienen unas cámaras que dejan patidifuso al más pintado, hay muchos aspirantes, como yo, que se enorgullecen de presumir de fotógrafos. Y no os digo nada de esos mismos aspirantes con una buena cámara a su alcance… Que no me malinterpretéis, cada uno es libre de considerarse lo que le venga en gana, yo en algunos momentos me considero espabilada y entonces me espabilo a golpe de no serlo. Pero es que hay quien piensa que cualquiera puede convertirse en informador o en fotógrafo por grabar un vídeo de un momento con interés informativo o hacer una fotografía con el móvil de ese mismo acontecimiento, pero eso no nos hace ni periodistas, ni fotógrafos, como darle una aspirina a alguien con dolor de cabeza no nos hace médicos.

            Todo este rollo, ¿para decir qué? Que hay que tener algo, además de los imprescindibles conocimientos técnicos, para tener esa magia en el disparador. Y yo conozco a varias personas con ese don, aunque este post es para una, posiblemente a la que más admiro, pero sobre todo, por qué no decirlo, a la que más quiero.

            Él es fotógrafo, de los de verdad, de los que tienen una formación y una experiencia a sus espaldas que hacen que las buenas fotografías no las haya hecho su buena cámara sola (como nos pasa a la mayoría), ni sean una casualidad, sino que sean fruto del conocimiento y la capacidad artística que cualquier buen profesional necesita para distinguirse de los demás.

            Él con un móvil en la mano no hace fotografías, hace postales, lienzos, hace poemas congelados.

            Él es ese fotógrafo que sabe como soy y, por lo tanto, sabe como hacer de mí la persona más atractiva del mundo a mis ojos, que eso es muy, pero que muy complicado.

            Él coge la cámara como una madre coge a su bebé: con cariño, sabiendo lo que le pasa y cómo solucionar sus problemas. La luz, la oscuridad, las sombras y los contrastes son sus aliados y la conexión entre sus ojos, su cerebro y el disparador tiene esa precisión indispensable para ver lo que será antes de que sea.

            Pero él, sobre todo, es una persona buena y sensible, que es la cualidad que más me gusta y la que hace que su trabajo tenga ese toque especial.

            Ahora, preso de las nuevas tecnologías como todo hijo de vecino, le ha dado por hacer fotos con su iphone 5S, o eso dice, porque yo no me lo creo. No me creo que pueda conseguir esos resultados con un aparato que para la mayoría solo sirve para enviar whatsapp, consultar el facebook y el correo electrónico, y de vez en cuando hacer o recibir llamadas. Porque un móvil no es una cámara réflex, es solo un móvil. Yo lo intento una y mil veces y solo congelo la imagen… Precisamente ahí está la clave, la diferencia entre los que son fotógrafos y el resto, que solo hacemos fotografías.

            Y es que además, no sé si consciente o inconscientemente, Antonio ‘Mira’ Sánchez Honrubia tiene un poco de fotoperiodista. Tiene esa mirada que capta el momento adecuado para contar cosas. Al menos a mi me las cuenta, quizás porque le miro con buenos ojos, quizás porque merece que cualquiera le mire con buenos ojos, quizás porque donde los demás vemos cosas, él ve el resultado.

            Algunos pueden pensar que este post es mucho hacer la coba… pues bien, esos algunos pueden pensar lo que quieran, pero es que Antonio ‘Mira’ Sánchez Honrubia me ha hecho muchos regalos desde que nos conocemos que merecen un agradecimiento a la altura. Me ha hecho el regalo de muchas fotografías extraordinarias, de muchos trabajos y proyectos compartidos, pero el mejor de todos ha sido conocerle, que no es familia, pero a veces es más que eso.

            De ti no aprenderé a ser fotógrafa, posiblemente por falta de capacidad o por falta de interés, pero sí que he aprendido a ver las cosas de otra manera, de una manera más bonita, y eso es más que suficiente.

            Una vez más tú me has regalado esta foto y yo, haciendo un esfuerzo por estar a tu altura (que no física, que a esa no llego… :P), te regalo este post.


P.D.: En la foto también está Rosa, otra buena amiga con la que los dos tuvimos la oportunidad de disfrutar de un proyecto genial... Es una excelente invitada ante la evidencia de no tener otra foto contigo.