domingo, 29 de junio de 2014

Os presento a mi suegra...




Hoy os presento a mi suegra, la mujer que sujeta mi novela entre sus manos con esa sonrisa transparente y esa cara de buena gente.

Muchos podéis pensar que mi suegra es una señora como otra cualquiera y que puede que no tenga demasiada trascendencia un post que habla sobre una persona corriente, pero el que piense eso es porque es de ese tipo de gente que saca conclusiones antes de tiempo… aunque estoy segura de que ese no será tu caso (igual así ya he logrado condicionarte…, jejeje). Pero bien, tras el paréntesis, prosigo.

Hoy quiero hablar de mi suegra porque se ha leído mi novela.

Vaya, sin duda tampoco parece un gesto de especial relevancia. Mucha gente lee novelas y mucha gente hace como que las lee (yo alguna vez lo he hecho). Por otra parte es lógico pensar que es normal que la mujer se haya leído la novela de su nuera, pero la normalidad o la excepcionalidad de las cosas se la atribuimos cada cual dependiendo de muchas circunstancias.

Si me dejáis os cuento, porque contando es como la explicación trasciende.

En las últimas semanas, por causas que nada tienen que ver con esta historia y que por lo tanto no voy a relatar, mi suegra, a la que a partir de ahora me referiré como Maruja (al fin y al cabo ese es su nombre), ha tenido que pasar muchos días de acompañante en un hospital: mucho tiempo libre y muy poco que hacer. Me pidió leer la novela a pesar de que todavía no estaba impresa y leer más de 200 páginas en formato A4 a doble cara y con gusanillo no es muy cómodo, pero por supuesto se la dejé.

Sabía que iba leyendo porque me lo decía. Mientras tanto yo estaba tan satisfecha e intrigada como puede estarlo alguien que ha escrito una novela y sabe que otra persona la está leyendo.

Pues bien, hasta ese momento el relato de los sucesos parece la mar de insustancial, lo admito, aunque no lo sea en absoluto.

Ayer estábamos comiendo en su casa. Soy de esas nueras a las que les gusta comer en casa de sus suegros, porque es una buena manera de no tener que hacer la comida, es evidente, pero también porque me siento como si estuviera en mi propia casa.

Comimos y no dejamos de hablar, como suele ser habitual. Y como comprenderéis, es casi inevitable que de un tiempo a esta parte, especialmente después de la presentación de la novela, lo que pasa entorno a ella sea el centro de casi todas las conversaciones entre los míos. Valoramos la cantidad de gente que había acudido al acto, lo que había dicho fulanito o había hecho sotanito. Yo participaba en la charla satisfecha, mis suegros y Franc orgullosos. Rodrigo no nos hacía demasiado caso…

Entonces, no sé en que instante ni por qué motivo concreto, Maruja dijo que “es una historia que puede haberle pasado a cualquiera”.

Suelo prestarle atención a Maruja cuando habla, por educación y porque la atención es la base de la comunicación eficiente, pero tras aquella frase no pude evitar centrarme con más interesés en cada una de sus palabras.

Con la naturalidad con la que Maruja hace y dice todo lo que hace y dice, siguió explicando que le parecía que era como las series de televisión que suele ver, que “te enganchan y no puedes dejarlas porque quieres saber lo que pasa a continuación”.

También explicó que era una historia dura y, casi sin darme cuenta, la descubrí analizando parte de su contenido, la relación entre algunos de los personajes…

No quería que dejara de hablar. La escuchaba atenta porque me sentía sorprendida, pero sobre todo halagada, porque Maruja no decía “me ha gustado” o “no me ha gustado”. Maruja había interiorizado la historia y había captado los detalles fundamentales de la narración.

Maruja es una persona inteligente, no vayáis a pensar lo contrario, posiblemente lo podría demostrar con más recursos y soltura de haber tenido estudios, pero la vida ofrece diferentes posibilidades a las personas y ella se dedicó a darse a todo el mundo desde muy niña. Eso no quiere decir que no sepa, o que no comprenda, sabe y comprende perfectamente, porque tiene la experiencia que muchas veces no da la formación académica.

Maruja no me hará una reseña, ni tratará de buscar en el interior de la novela un trasfondo, ni se preocupará por el discurso literario que he utilizado. Ella ha leído una historia, la ha disfrutado y ha compartido sus sensaciones e impresiones conmigo.

Señores críticos y lectores 'expertos'… A partir de aquí pueden despedazar, desintegrar, desenmarañar y analizar al detalle cada uno de los párrafos de la novela que he escrito, no digo que no vaya a valorar su trabajo, ni que sus análisis no tengan importancia para mí, pero digan lo que digan, no podrán robarme el excepcional momento que he vivido en casa de mi suegra cuando, en la sobremesa, rodeada de su marido, su hijo, su nieto y su nuera, dio su particular visión de mi novela.

Pequeñas cosas que le dan sentido a todo…

Por eso mi suegra se merece este post y por eso se lo he escrito. 

domingo, 22 de junio de 2014

Una entrevista de todos


Soy periodista, posiblemente por ello conozco a muchos periodistas, muchos muy buenos, de los que a uno le apetecería elegir para que le hicieran una entrevista. Pero, también como les suele pasar a muchos periodistas, no me siento cómoda cuando soy la que tengo que responder a las preguntas en lugar de hacerlas. Mi vida no es más especial o más interesante que la vida de cualquier otra persona. Al final supongo que, por deformación profesional, siempre me ha resultado más fascinante saber, que contar.

Con todo, no es la primera vez que me hacen una entrevista, ni tan si quiera la primera vez que me entrevistan con motivo de la publicación de mi primera novela, pero hay entrevistas y entrevistas, tanto a la hora de plantearlas, como a la hora de responderlas. 

Alguien me pidió hace poco una y, sin atender demasiado a sus indicaciones (a veces tengo ese defecto...),  solo para divertirme y hacerlo con mis amigos, me propuse hacer algo especial, dando participación a algunas de las personas que están a mi lado en todo este proceso (pensando que siempre plantearían interrogantes más benévolos...) y este ha sido el resultado.

Me apetecía que fuera una entrevista distinta, por eso, a través de las mismas redes sociales que han hecho posible mi objetivo de publicar, hemos dado forma a una interviú de todos, tan de todos como la edición de mi primera novela.

Al final esta entrevista no deja de ser algo personal que es posible solo interese a los míos, pero me parece un motivo de peso para hacerla pública, aunque solo sea para agradecer su interés y sus interesantes preguntas.

Cada cuestión lleva un nombre, el nombre de una persona que ha querido saber un poco más sobre mí y sobre ‘En lo más profundo’.

MARINA NAVARRO RUIZ: ¿Por qué empezaste a escribir esta novela?

La verdad puede parecer muy simple, pero no lo sé. Imagino que a todo el que escribe le pasará igual o parecido. No sé cuándo empecé a escribirla, igual que no sabía cómo, ni cuándo iba a acabarla. Imagino que un día me senté en mi sillón de escribir y me puse a contar una historia que, después de un tiempo, se convirtió en una novela. Me di cuenta cuando fui consciente de que ya lo había contado todo.

MARINA NAVARRO RUIZ: ¿En qué te basaste para contar la historia que has escrito?

En las mujeres. Me gusta mucho escribir sobre las mujeres, sobre todo de cómo las mujeres se enfrentan a la vida, cómo superan las dificultades, cómo afrontan los problemas. Pero si la pregunta es si alguien podrá identificar algo de mi vida o de la vida de mi entorno en la novela, puede que sí o puede que no… Suelo contar situaciones verosímiles, aunque la realidad siempre supere a la ficción.

Mª CARMEN ARNAU: ¿Por qué la temática de la novela?

Desde mi punto de vista en la vida se nos plantean tantos conflictos a los que enfrentarnos, que cada decisión que tomamos puede marcar de forma decisiva lo que seremos o haremos a partir de ese momento. Cuando comencé a escribir esta novela fue lo único que me planteé, quería dar explicación a por qué la protagonista se enfrentaba a sus conflictos personales de una manera y no de otra. Somos lo que somos por todo lo que hemos vivido. Quería hablar de eso, pero también de si somos capaces de cambiar nuestra manera de enfrentarnos a nosotros mismos si no somos felices.

ANA MENDO: ¿En qué te inspiras cuando escribes?

Creo que no me inspiro en nada concreto, simplemente tengo ganas de escribir. Llevo haciéndolo desde siempre, desde que lo recuerdo, y siempre lo he hecho de la misma manera, un día me apetece sentarme delante del ordenador y todo fluye. No sé cómo funciona el cerebro en el proceso creativo, solo sé que funciona, aunque por regla general es un ejercicio de improvisación, no suelo poder escribir a nivel creativo en cualquier momento, solo cuando estoy en predisposición para hacerlo. Debe ser un efecto colateral de dedicarme profesionalmente a escribir.

IBAN TRIPIANA SÁNCHEZ: ¿Qué podemos aprender los hombres de tu primera novela?

No aspiro a que nadie aprenda nada con lo que escribo, nada más lejos de mi intención que dar lecciones, solo cuento cosas desde mi punto de vista. Pero puede que los hombres encuentren en ella una visión de las cosas con los ojos de una mujer. Aunque en lo que escribo siempre hay hombres, las verdaderas protagonistas son las mujeres, y lo que a ellos les sucede depende en mucho de lo que ellas hacen o dicen, de lo que dejan de hacer o callan. Soy una mujer orgullosa de serlo y me fascina saber o intentar saber cómo funcionan otras mujeres, por eso plantear como una persona imaginaria da respuesta a situaciones que yo provoco e invento para ella, me resulta fascinante.

IBAN TRIPIANA SÁNCHEZ: ¿La profundidad tiene sexo?

Sin duda. Está científicamente demostrado, y creo a pies juntillas en ello, que el cerebro de los hombres y las mujeres funciona de forma distinta, por lo tanto la profundidad tiene sexo. La profundidad en mi novela tiene sobre todo sexo femenino, pero también masculino, porque los personajes interiorizan de manera muy distinta el mismo conflicto, las mismas circunstancias y por lo tanto, su respuesta es necesariamente distinta. Solo me queda la duda de si he sido capaz de interpretar las respuestas que daría un hombre en las diferentes circunstancias que planteo, porque ni soy hombre, ni puedo aspirar a pensar como uno. Espero haber sido lo más aproximada posible.

ROSA BUESO: Cuando empiezas a escribir una novela, ¿en qué piensas? ¿Solo piensas en lo que te apetece escribir o intentas ponerte en la piel del lector para imaginar que le gustaría leer y así ir desarrollando el argumento y el desenlace de la historia?

Siempre he escrito para mí. Nunca he pensado en publicar y por eso mis historias siempre han sido un ejercicio de egolatría: escribo sobre lo que quiero y tiene que gustarme a mí. Hasta ahora siempre he contado lo que he querido sin pensar en terceras personas. Pero también es cierto que llegó ese momento en el que no me bastaba con satisfacerme a mi misma, supongo que ahí empezó todo. El caso es que ahora, cuando escribo me preocupa un poco más hacerlo bien, tal vez un poco más que la historia que cuento, al fin y al cabo es mi historia y la creatividad de lo que hago solo me pertenece a mí, las dudas surgen sobre si la manera de contarlo será la más adecuada para llegar al lector. Supongo que lo descubriré pronto.

MARINA NAVARRO RUIZ: ¿Qué hay de ti en la novela? ¿Tal vez tu pasión por los gatos?

Esa pregunta solo puede hacérmela una persona que me conoce mucho. Como ya he dicho en alguna ocasión, en mi novela hay un personaje real, mi gato. No es que esté inspirado en él, es él mismo que se metió en la novela. Soy una enamorada del reino animal, de sus reacciones y su interacción con la especie humana. Adoro a los animales de compañía y creo que en la vida de algunas personas juegan un papel fundamental que solo puede entender quien conviva con uno. Como alguien me dijo una vez, los animales te pueden aportar más que muchas personas… No quiero decir que sea así estrictamente, a mí las personas me han aportado y siguen aportándome mucho, pero me encanta vivir con mis dos gatos. No sé si ellos pensarán lo mismo.

MARINA NAVARRO RUIZ: ¿Estás preparando una nueva novela?

Teniendo en cuenta que ‘En lo más profundo’ la acabé en el 2008 y que no he dejado de escribir desde entonces, es evidente que sí, estoy trabajando en una nueva novela, pero como me sucedió con la primera, sin ninguna aspiración concreta. Necesito escribir, forma parte de mí. Supongo que publicarla o no dependerá de cómo acojan los lectores la primera. Es una presión con la que no contaba hasta ahora cuando me ponía a escribir, aunque realmente solo pienso en ello cuando no estoy escribiendo. Cuando estoy sumida en el proceso creativo no pienso en nada, sólo en contar lo que tengo en la cabeza. Aunque debo reconocer que estoy cuidando más los detalles. He aprendido mucho sobre cosas a las que antes no prestaba atención. Digamos que mi primera novela me ha ayudado a madurar como contadora de historias.

ROSANA DANIEL GARCÉS: ¿Qué te frenó en su momento y qué te ha impulsado ahora para que la novela vea la luz?

Me frenó lo mismo que me imagino frena a muchos, no saber responder a la pregunta de si tendrá la calidad suficiente para que les guste a los lectores. Como digo, siempre he escrito para mí, me han leído mis hermanas, mis primas, alguna amiga y con eso me sentía satisfecha. Presenté el manuscrito a varios concursos sin resultado y me desmotivé. Pero más tarde, escribiendo la segunda novela, me di cuenta de que no tenía una motivación clara. No sé lo que les pasará a otras personas cuando escriben, pero para mí contar las historias que cuento me lleva mucho tiempo y esfuerzo que le quito a otras cosas. Necesitaba una motivación más. Por eso un buen día decidí ofrecer a cinco personas a través de facebook que leyeran el original y me dieran su opinión. Buscaba a cinco personas con espíritu crítico, que no se cortaran a la hora de decirme la terrible verdad, si era necesario. En pocas horas aparecieron las cinco y en pocas semanas las cinco me dijeron que les había gustado. Jesús Montesinos, un conocido periodista al que aprecio todo lo que se puede apreciar a alguien que marca una época de tu vida, fue el que me dio el empujón definitivo. Y yo cuando me empujan no necesito carrerilla.

ROSANA DANIEL GARCÉS: ¿Has cambiado mucho o nada la novela desde que la escribiste y guardaste en un cajón, hasta que la rescataste?

Cuando preparaba la novela para enviarla a los concursos la leí dos veces y cambié muchas cosas, sobre todo de sintaxis, a nivel redaccional. Cuando me decidí a publicar la volví a leer y cambié algunas cosas del contenido, intensificando algunos momentos e intentando mejorar otros, pero la esencia de la historia ha sido siempre la misma. Aunque la verdadera pesadilla ha sido la corrección de las galeradas. Si hubiera leído una vez más la novela la habría cambiado toda…(jajaja). Como dice un escritor que he tenido la suerte de conocer recientemente, escribir no es solo sentarse a escribir, hay muchas cosas detrás y corregir es lo peor porque nunca te quedas conforme.

CARMEN BLASI: Qué te ha llevado a pegar el paso de luchar por publicar tu libro?

Sin duda sentirme respaldada por tanta gente. Lo he dicho muchas veces desde que inicié el crowdfunding, el subidón de autoestima cuando te pasa algo así es tan brutal, que el único objetivo es esforzarse por estar a la altura del apoyo que has recibido. Esa es la base del ‘luchar’, como tú dices, por publicar el libro, porque hay muchísima gente detrás.

HORACIO MARTÍNEZ ROJO: Cuando escribes, ¿vuelcas en tus historias hechos o acontecimientos relacionados con tu vida?

Poco, la verdad. Lo he dicho en alguna ocasión, la protagonista de mi novela no se parece en nada en mí. Posiblemente solo en que a las dos nos gustan los gatos. Sin embargo, mi marido, Franc, cuando empezó a leer la novela me comentó algo que me llamó la atención y no fui capaz de rebatir. Me dijo que habían muchas cosas de mí en ella. Él lo debe de saberlo mejor que nadie, incluso mejor que yo. Al fin y al cabo todos dejamos nuestra impronta en todo lo que hacemos y la novela debe de tener algo de su autora.

HORACIO MARTÍNEZ ROJO: ¿Cuánto te ha ayudado ser periodista a la hora de escribir?

Me encanta esta pregunta, porque no soy periodista porque sí, soy periodista porque siempre he querido serlo. Vivo mi profesión muy intensamente porque me encanta la comunicación y como todos tenemos preferencias, mi preferencia es la prensa escrita. Yo creo que la relación es a la inversa de como la planteas: llevar toda mi vida escribiendo me ha ayudado a ser periodista, a ser capaz de concretar las ideas para contarlas de la mejor manera posible para que el destinatario las entienda. Aunque supongo que llega un momento en que las dos cosas se retroalimentan, de manera que ser periodista y llevar tantos años ejerciendo esta profesión me ayuda a escribir, y seguir escribiendo a nivel creativo me ayuda a dar más valor a lo que hago diariamente y que a veces puedo confundir con la rutina.

Gracias a todos

jueves, 12 de junio de 2014

Book trailer de 'En lo más profundo'

Os he ido contando cómo han ido sumándose personas en la confección de esta aventura literaria que es la publicación de 'En lo más profundo', pero faltaba una de las claves: Franc, que con esa creatividad que muy pocos conocen, pero que tiene tanto valor, ha hecho este book trailer para la promoción de la novela.

Disfrutadlo!

https://vimeo.com/98035035

martes, 10 de junio de 2014

Un cuento frívolo inspirado en hechos reales


El día no empieza bien. Los días como hoy no empiezan bien porque no se puede iniciar una jornada pensando en que vas a hacer algo que no quieres hacer, que no te apetece, que no te gusta. Es desolador tener que asumir una obligación que te incomoda y te agobia. Pero así son las cosas en la vida de vez en cuando. Hoy toca limpieza.

No es que toque porque así esté estipulado en una norma suprema insalvable a riesgo de cometer delito, es mucho peor. Hoy toca limpieza porque no queda otro remedio, porque nadie va a venir a dejar la casa higiénicamente presentable.

Las obligaciones domésticas y yo no nos llevamos bien. Algo pasó en algún momento, no sabría precisar exactamente cuál… igual fue un accidente fortuito, un error en la combinación de los cromosomas… no sabría decirlo pero perdí ese instinto, el de comprender la necesidad de tener que arreglarlo y limpiarlo todo yo misma, lo que es peor, yo sola.

Por eso hoy estoy de mal humor. Porque no me gusta limpiar.

Y el caso es que ni me considero una fémina doméstica ejemplar, ni me avergüenzo al reconocerlo. De hecho he reivindicado y reivindico que las tareas domésticas son cosa de todos los residentes de la misma vivienda. Es fácil: todos ensucian y desordenan, todos limpian y ordenan. Pero ¿qué pasó para que al final siempre acabe siendo que no? Sin duda debe ser algún tipo de abducción a la que un día nos sometieron a algunas y lo hacemos como víctimas de una sesión de hipnosis que nunca llegó a concluir, de manera que sin ser demasiado conscientes, asumimos ese rol, aunque no sin rechistar, pero lo asumimos.

No lo puedo evitar. La fregona, el trapo del polvo, la lejía, el cubo, la aspiradora, me producen algún tipo de reacción alérgica en el cerebro que provoca que mi cara sea el puro reflejo de la frustración. No sé si hay alguna circunstancia de mi vida cotidiana y rutinaria que me incomode más.

Creo que voy a escribir un manifiesto. Voy a plantarme definitivamente. El lema de mi protesta será: “O todos o ninguno”.

Pero el caso es que, no sé que pasa, que al final el ninguno se convierte en yo… Tal vez este fenómeno merezca un estudio psicológico, científico, aritmético o sociológico (quién sabe si no estará hecho ya y lo desconozco). Alguien debe dar una respuesta a la pregunta de por qué al final tengo que acabar haciéndolo yo.

Voy a convertirme en objetora de conciencia. Voy a ser una feminista doméstica y voy a declararme en huelga. Las consecuencias no tardarán en sentirse, porque tengo la sartén por el mango, el poder está en mis manos. Soy como el empleado del servicio de limpieza público, si no recojo la basura se amontonará hasta que ya no sea sostenible y entonces no habrá más remedio que sentarse a la mesa para negociar condiciones ventajosas para todas las partes.

Pero en mi casa no hay sindicato, ni mesa de negociación, ni comité de empresa. En mi casa, cuando de limpiar se trata, estamos yo y todos los demás. Y yo, que me creo el jefe, acabo siendo un empleado con poca motivación y con una retribución escasa, pero empleado al fin y al cabo, por lo que la solución se me antoja complicada…

Algún día, cuando mi malhumor alcanza un nivel mayúsculo, los daños colaterales se dejan sentir y el aspirador se pasa sorprendentemente sin que yo lo haga. No es que el gesto me haga sentir mejor, simplemente acorta el infortunio.

Me voy a plantar. Voy a comprar una cartulina y dibujaré una tabla con la distribución de las tareas, a cada cual la suya, todas distribuidas equitativamente. El caso es que tampoco se me dan demasiado bien los trabajos manuales… y nunca me acuerdo de comprar la cartulina.

No digo que el resto de residentes en este hogar dulce hogar sean egoístas, ni más limpios o más sucios que yo. Solo digo que están mejor fabricados. No sienten ese peso de la obligación que alguien debió injertar en algún lugar recóndito de mi encéfalo sin que yo me diera cuenta. Debía ser muy pequeña cuando eso pasó, o borraron mi memoria para que no sea capaz de identificar al autor de semejante aberración.

Soy una mujer distinta dentro y fuera de casa, porque fuera no me enfado tanto por los sacrificios y obligaciones poco agradecidas, los asumo en el caso de que no haya más remedio, tal vez sea porque la mayor parte de las veces son un requisito laboral y tienen una compensación económica. Tal vez la solución sea reivindicar un sueldo, algún tipo de indemnización que motive mi dedicación.

El resumen es que no me gusta limpiar. Y aquí estoy, toda la mañana divagando, protestando y despotricando con la determinación de convertirme en un ser inflexible, hoy me planto. Y entonces me detengo y pego un vistazo a mi alrededor: he dejado la casa limpia y ordenada. Quizás la próxima vez, sin duda, la próxima vez llevaré mi reivindicación a buen puerto…

sábado, 7 de junio de 2014

Debe de haber sido el destino



Debe de haber sido el destino, sin lugar a dudas. Hace unos días llegó a mi casa el primer libro de Néstor Belda, ‘Todas son buenas chicas’. En su interior un marcapáginas artesanal y personalizado con un fragmento manuscrito de uno de sus cuentos. Cuando Ness anunció este regalo para sus primeros lectores a través del facebook pensé que era creativo y original (lo que todos aspiramos a ser al menos un poco), pero cuando anoche acabé de leer el libro y me fijé en el detalle de mi marcapáginas, pensé: “Era el destino, este libro y este marcapáginas tenían que llegar a mí”.

Y como todo tiene alguna explicación, os lo voy a explicar.

Nunca hasta ahora había leído un libro de relatos. Imagino que soy una lectora al uso, de novelas y novelas muy concretas. Alguna que otra vez he leído géneros que no han sido novela, pero no siempre me han entretenido o interesado tanto como esperaba.

Pero voy a concretar, que tiendo a dispersarme con un teclado bajo los dedos…

Como digo, nunca había leído un libro de relatos y en apenas un mes ya he disfrutado dos, de dos amigos, de dos autores noveles y muy distintos, aunque similares. El primero el de Iban Tripiana Sánchez (del que ya os hablé y que tendréis que leer si queréis saber más), el segundo el de Ness. Y el resumen de ambas lecturas es el mismo: Leer relatos o cuentos es una forma interesante y distinta de leer, porque en cada capítulo hay una historia nueva, personajes distintos, mensajes diferentes.

Yo soy de leer rápido, es un vicio o una mala costumbre, pero bueno, también hay quien come rápido (también puedo estar entre esos hayes) o quien habla rápido… Bueno, pues yo leo rápido y la mayor parte de las veces me va bien, soy capaz de entender el conjunto de la historia, pero los cuentos no se pueden leer rápido, porque te los pierdes por el camino. Tanto Iban como Ness me han hecho leer despacio.

Pero sobre todo, desde mi humilde y particular punto de vista, para leer este tipo de libros tienes que estar concentrado en la tarea, un ejercicio muy saludable cuando de leer se trata.

Estos días me he concentrado mucho para leer ‘Todas son buenas chicas’. Porque Ness tiene una manera muy particular de escribir a la que no estaba habituada. Cuenta las cosas fácil, pero siempre hay más cosas detrás de las evidentes y si no te fijas, te quedas a medias. Ness ha conseguido algo que no es fácil de conseguir en alguien como yo… volver atrás para ver lo que no he visto. Y el caso es que entonces te das cuenta de que no hacía falta releer, solo estar atento.

Otra cosa buena de los libros de cuentos es que te dejan mucho margen al gusto. Me explico. Cuando acabas una novela, te ha gustado o no, es fácil de decidir. Cuando acabas un libro de relatos puede no haberte gustado nada, es evidente, pero es más difícil, porque aumentan las probabilidades de que alguna historia adquiera relevancia en la escala de satisfacción respecto del resto.

En el caso del libro de Ness no hay ninguna historia que no haya despertado mi interés, sobre todo porque parece que cuentan cosas normales, sin mayor relevancia, pero al final, siempre la tienen, aunque para eso hay que leer hasta el final. Cada coma, cada punto, cada adjetivo, cobran significado cuando el cuento se acaba.

En ‘Todas son buenas chicas’ yo tengo mis preferencias. Él ya lo sabe, porque antes de saberlo vosotros ya se lo he dicho, el autor merece ser el primero… Y yo tengo mi historia entre todas sus historias, ha sido el destino, estaba escrito.

Y en este punto vuelvo al principio de este post. ¿Os acordáis? Es que suelo escribir largo e igual despisto un poco… ¿Recordáis lo del marcapáginas personalizado? Pues Ness personalizó uno para mí, seguramente sin saberlo. Anoche, cuando concluí que entre todos había un cuento más especial que el resto de cuentos, cogí mi marcapáginas y leí el pequeño fragmento escrito por Ness a mano, con lápiz. Y sonreí. Un fragmento de mi historia: ‘Vale, Paula’.

Como las historias de Ness, todo tiene sentido al final…

Soy una periodista común y corriente de Nules, que tiene como máxima aspiración ser lo más feliz posible, para ello tengo a mi familia, a mis dos chicos, a mis gatos, a veces mi trabajo y ahora una novela a punto de salir a la calle. Pero no soy experta, ni más lista ni cultivada que la media, de hecho estos días leo artículos de expertos en literatura, de gente objetivamente más preparada que yo y entiendo que me queda mucho que aprender, porque escribir no es solo ponerse a escribir (¡con lo perezosa que soy yo para algunas cosas…!). Por ello soy incapaz de hacer una crítica del libro de Ness. Para tener una opinión al respecto no tendréis más remedio que leerlo.

Solo os puedo decir que como consecuencia de todas las cosas que me están pasando, porque la vida se aprende viviéndola y la literatura se aprende leyéndola, leyendo el libro de Ness he aprendido un poco más, aunque aprendo más cada vez que converso con él, igual es porque es profesor o igual es porque tenía que ser así. Gracias al señor que inventó el facebook por ponérnoslo fácil.

Y como queda muy raro recomendar una lectura y no decir cómo acceder a ella, acabo compartiendo este enlace con la esperanza de que lo utilicéis:


viernes, 6 de junio de 2014

Alea jacta est



Hoy he publicado el siguiente estado en mi perfil de facebook:
“Ya está. Después de leer más veces de las soportables mi propia novela, de revisarla de la P a la PA, de darle mil vueltas, y con la terrible sensación de que podía hacer algo más por mejorarla (tal vez mucho más) he dado el OK. La editorial ha recibido el correo definitivo en el que les digo que está lista para imprimir. Ellos me han contestado: "En unos 20 días llegará a su domicilio".
Ojalá pudiera explicar lo que siento... pero no soy capaz. Solo quería compartir con vosotros el momento, porque muchos lo habéis hecho posible y lo estáis viviendo conmigo. La gratitud es poca cosa ante un reto tan grande y con tantos apoyos...
Espero no decepcionar a nadie, espero que estos 20 días pasen volando... espero tanto tener el libro en mis manos...que lo tengáis en las vuestras...
Que me pongo tonta... Igual me escribo un post
Como se suele decir: Alea jacta est!”

Y aquí me encuentro, escribiéndome un post, para constatar que hemos superado una nueva fase de la vida. Y digo hemos muy consciente de que no he equivocado la persona del verbo. Hemos, porque lo hemos hecho juntos:

Los que me decían cuando era muy jovencita que escribiera, que era una buena afición; los que me leían y me decían que les gustaba, y los que me leían y me decían que no les acababa de gustar; los que me dijeron que la veterinaria no era lo mío, que eran las letras; los que me conocen y me animan porque me quieren, y los que no me conocen y me animan porque hacen suya la ilusión y las esperanzas de los demás; los que un día me tratasteis bien demostrándome que la gente es buena y los que no me tratasteis bien y me ayudasteis a madurar; los que me mimasteis y los que os cruzasteis en mi camino para adornarlo; los que me dijisteis que llegaría lejos y los que comprendisteis que un día decidiera ser una persona normal y corriente, una mamá y una esposa muy feliz, sin más aspiración que ser eso; los que vivisteis con sorpresa saber que había escrito una novela y los que me confesasteis vuestra convicción de que algún día lo haría; los que pusisteis dinero para comprar anticipadamente mi novela y pagar su edición a través de un crowdfunding, especialmente los que no podíais hacerlo y a pesar de eso, lo hicisteis; los que no habéis dejado de seguirme en facebook dándole al Me Gusta alimentando mi ego, que está muy rechonchito últimamente…; los que estáis ahí tan cerca que me hacéis sentir arropada y orgullosa; los que leeréis la novela y os gustará y los que la leeréis y pensaréis que no era para tanto…

Todos habéis hecho posible todo esto conmigo. Y por eso este es nuestro día y tenemos que celebrarlo.

Si estás leyendo este post te has ganado el derecho de compartir conmigo la celebración, porque cada palabra que escribo y es leída por alguien es un regalo que recibo, sin saber demasiado bien si lo merezco.

Estoy nerviosa, emocionada, asustada, intrigada, pero sobre todo muy agradecida. Me voy a tomar algo a vuestra salud, espero que hagáis lo mismo, porque solo por todo esto, hoy es un gran día que merece ser celebrado y compartido.